Cultura

Dia del Himno Nacional Argentino

 11/05/2012   6680
Himno Nacional Argentino

El Himno nacional argentino fue denominado originalmente Marcha patriótica, luego Canción patriótica nacional, y posteriormente Canción patriótica. Una copia publicada en 1847 lo llamó "Himno Nacional Argentino", nombre que ha conservado hasta la actualidad.

La versión original del himno dura 20 minutos y en 1924 fue abreviado a entre 3 minutos 30 segundos y 3 minutos 53 segundos, aunque la versión presentada en el proyecto "El Grito Sagrado", cantada por Jairo, dura 4 minutos 31 segundos. En algunas publicaciones extranjeras aparece erróneamente bajo el nombre de ¡Oíd, mortales!, que son las primeras palabras de la canción. La forma de ejecución y
el texto están establecidas en el decreto 10.302 de 1944.

Esta letra corresponde a la versión original del Himno. Oficialmente, se interpreta sólo la primera cuarteta de la primera estrofa, los últimos cuatro versos de la novena y el coro final.

Himno Nacional Argentino - Letra: Vicente López y Planes - Música: Blas Parera

I
        ¡Oíd, mortales!, el grito sagrado:
        ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
        Oíd el ruido de rotas cadenas
        ved en trono a la noble igualdad.
        Se levanta a la faz de la Tierra
        una nueva y gloriosa Nación
        coronada su sien de laureles
        y a sus plantas rendido un león.
II
        De los nuevos campeones los rostros
        Marte mismo parece animar
        la grandeza se anida en sus pechos
        a su marcha todo hacen temblar.
        Se conmueven del Inca las tumbas
        y en sus huesos revive el ardor
        lo que ve renovando a sus hijos
        de la Patria el antiguo esplendor.
III
        Pero sierras y muros se sienten
        retumbar con horrible fragor
        todo el país se conturba por gritos
        de venganza, de guerra y furor.
        En los fieros tiranos la envidia
        escupió su pestífera hiel.
        Su estandarte sangriento levantan
        provocando a la lid más cruel.
IV
        ¿No los veis sobre Méjico y Quito
        arrojarse con saña tenaz,
        y cuál lloran bañados en sangre
        Potosí, Cochabamba y La Paz?
        ¿No los veis sobre el triste Caracas
        luto y llanto y muerte esparcir?
        ¿No los veis devorando cual fieras
        todo pueblo que logran rendir?
V
        A vosotros se atreve, argentinos
        el orgullo del vil invasor.
        Vuestros campos ya pisa contando
        tantas glorias hollar vencedor.
        Mas los bravos que unidos juraron
        su feliz libertad sostener,
        a estos tigres sedientos de sangre
        fuertes pechos sabrán oponer.
VI
        El valiente argentino a las armas
        corre ardiendo con brío y valor,
        el clarín de la guerra, cual trueno,
        en los campos del Sud resonó.
        Buenos Aires se pone a la frente
        de los pueblos de la ínclita Unión,
        y con brazos robustos desgarran
        al ibérico altivo león.
VII
        San José, San Lorenzo, Suipacha.
        Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
        la colonia y las mismas murallas
        del tirano en la Banda Oriental,
        son letreros eternos que dicen:
        aquí el brazo argentino triunfó,
        aquí el fiero opresor de la Patria
        su cerviz orgullosa dobló.
VIII
        La victoria al guerrero argentino
        con sus alas brillantes cubrió,
        y azorado a su vista el tirano
        con infamia a la fuga se dio;
        sus banderas, sus armas se rinden
        por trofeos a la Libertad,
        y sobre alas de gloria alza el Pueblo
        trono digno a su gran Majestad.
IX
        Desde un polo hasta el otro resuena
        de la fama el sonoro clarín,
        y de América el nombre enseñando
        les repite: ¡Mortales, oíd!
        Ya su trono dignísimo abrieron
        las Provincias Unidas del Sud!
        Y los libres del mundo responden:
        ¡Al gran Pueblo Argentino, salud!

Coro:
        Sean eternos los laureles
        que supimos conseguir:
        coronados de gloria vivamos,
        o juremos con gloria morir.

    (originalmente, al final de cada estrofa)
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