El primero de mayo es la fecha elegida para celebrar mundialmente el "Día del Trabajo" por resolución adoptada por el Congreso Internacional de Trabajadores reunido en la ciudad de París en el mes de julio de 1.889. Simboliza en esencia, la máxima expresión de la realización del ser humano a través de la más digna de sus actividades, tanto física como intelectual.

     La elección de la fecha no es casual, representa un merecido reconocimiento hacia quienes, con desprecio de su propia vida, ofrendaron el máximo sacrificio a favor de sus semejantes en la cruenta lucha registrada en Chicago por la jornada laboral de ocho horas.

     El mes de abril de 1.886, que precede las jornadas de represión sangrienta, es el caldero donde fermenta la protesta de cientos de miles de trabajadores estadounidenses en  huelga. Se registran grandes manifestaciones hasta desembocar en la fecha indicada para la reivindicación laboral. La jornada cargada de tensión encuentra a la ciudad con sus calles colmadas de trabajadores que se encolumnan bajo la consigna: ¡A partir de hoy, ningún obrero debe trabajar más de ocho horas por día..! ¡Ocho horas de trabajo..! ¡Ocho horas de reposo..! ¡Ocho horas de educación..!

     Lo ilimitado de la prestación laboral llegaba a extremos de que el trabajador debía cumplir con catorce y hasta dieciséis horas de servicio, viviendo en condiciones deplorables. La gravedad de la crisis puso de manifiesto la corriente de opinión de diversos sectores. El por entonces presidente Cleveland sometió la cuestión al Congreso, no sin antes apuntar: "las condiciones presentes de las relaciones del capital y el trabajo son muy poco satisfactorias, y esto en gran medida, gracias a las ávidas e inconsideradas exacciones de los empleadores".

     La corporación de empleadores no vaciló en poner de manifiesto a través de la prensa adicta el sentimiento que le inspiraban los reclamos: "que los trabajadores debían curarse de  su orgullo" y ser reducidos a su condición de máquina humana!!! que el plomo era la mejor alimentación para los huelguistas!!. El "Chicago Times" llegó a opinar: "la prisión y los trabajos forzados son la única solución posible de la cuestión social. Hay que esperar que su uso se generalizara".

     La emblemática ciudad se convirtió en un hervidero de agitación en los siguientes días, ante la masa de despidos y el lock-out patronal. Los acontecimientos se precipitan en la fábrica de maquinaria agrícola "Cyrus Mac-Cormick", que había reemplazado a 1.200 trabajadores despedidos por "scabs" o amarillos (obreros de tendencia antirrevolucionaria, principalmente inmigrantes orientales) procedentes de ciudades de los alrededores. Paralelamente contrata los servicios de la conocida agencia privada de Pinkerton, detectives armados, sujetos de baja catadura, carentes de escrúpulos, quienes contribuyeron a incrementar la agitación popular.

     En las últimas horas del tres de mayo a la salida de la fábrica, cerca de 8.000 huelguistas se enfrentaron con los rompehuelgas, interviniendo de inmediato los de Pinkerton y agentes policiales que llegaron al lugar, produciéndose un enfrentamiento donde abundaron los disparos de armas de fuego. La represión logró dispersar la multitud, quedando en el lugar seis trabajadores muertos y medio centenar de heridos.

     Con las primeras sombras de la noche 15.000 trabajadores se concentraron en la plaza del mercado de heno (Haymarket), desde lo alto de un carro los dirigentes Spies, Albert Parson y Fielden arengaban a la multitud. A la culminación del acto, en plena desconcentración, la policía irrumpe en la plaza en forma atropellada. Una bomba cae en medio de los efectivos policiales provocando la muerte de varios de ellos y numerosos heridos. 

     Los policías sobrevivientes junto a otros que llegaron en su auxilio desatan un nutrido fuego sobre la espantada e indefensa multitud. Se declaró el estado de sitio en la ciudad, la que es ocupada por la tropa durante varios días, mientras paralelamente se concretaba una ola de detenciones.

     Se formalizaron cargos contra los dirigentes Spies, Fielden, Neebe, Fischer, Schab, Lingg, Engel y Albert Parson. Se solicitó al Jurado la aplicación de la pena de muerte a los acusados, sin que en el transcurso del juicio hubiera sido posible determinar su participación en el atentado. La sentencia fue dictada el 20 de agosto de 1.886, disponía la muerte por la horca de cinco de los ocho acusados. Schwab y Fielden con prisión perpetua, Neebe cargó con quince años de prisión. 

     La ejecución se llevó a cabo el 11 de noviembre de 1.887 antes del mediodía, la noche anterior Lingg se suicidó en su celda. Las calles adyacentes a la prisión rebosaban de una multitud difícilmente contenida por la tropa, que mostraba su indignación por el virtual asesinato de sus líderes en nombre de la justicia.

     "Es verdaderamente difícil ha escrito Morris Hilquit, historiador del socialismo en los Estados Unidos, leer los informes sin sacar la conclusión de que fue la más mostruosa caricatura de justicia que haya sido dada ver jamás en un tribunal americano". Es harto elocuente la indiscreción de uno de los jurados fuera del tribunal al declarar: "los colgaremos lo mismo, son hombres demasiado sacrificados, demasiado inteligentes y demasiado peligrosos para nuestros privilegios".

UPCN Seccional San Juan, saluda en este día especial a lostrabajadores de la provincia.

Esta institución tiene muy presente que los logros de unaorganización son el resultado del esfuerzo y la unión de cada trabajador.

                                            ¡FelizDía del Trabajador!